La movilidad en las ciudades cada día es más compleja en cuanto a tiempo y factores medioambientales. Se trata de un asunto diario que influye directamente en la calidad de vida y también en la productividad y en la economía de las empresas. Sin duda alguna, las mañanas laborales empiezan de forma diferente después de un atasco, o si ha habido algún incidente de tráfico, comparativamente con aquellos días en que los desplazamientos se han producido con normalidad. Por otro lado habría que tener en cuenta los factores de salud en cuanto a estrés o las enfermedades derivadas de la polución.
Obviamente existe un problema… “somos muchos y nos movemos”. Independientemente de la responsabilidad de las administraciones públicas y de las organizaciones privadas en cuanto a transporte público, fomento, ayudas etc. está claro que individualmente podemos aportar nuestro pequeño grano de arena. Obviamente cada situación personal es diferente y no todas las opciones son viables. Si podemos desplazarnos a pie al puesto de trabajo, tenemos opciones de teletrabajo o una buena combinación de transporte público a priori serían las mejores alternativas. En mi caso particular los desplazamientos son de unos pocos kilómetros al día por ciudad y he optado por desplazarme en motocicleta eléctrica ya que creo que se ajusta bastante bien a mis necesidades y, a fecha de hoy, creo que es una forma de transporte sostenible. El transporte en moto en sí mismo ya es más eficiente en el sentido que, por ejemplo, no es lo mismo mover cien kilos de moto que mil kilos de coche y por otro lado he de reconocer que disfruto de la conducción en moto. Si además se trata de un motor eléctrico se consiguen emisiones cero, contaminación acústica prácticamente nula y se atenúan en gran medida los problemas de aparcamiento, atascos etc.
Obviamente existe un problema… “somos muchos y nos movemos”. Independientemente de la responsabilidad de las administraciones públicas y de las organizaciones privadas en cuanto a transporte público, fomento, ayudas etc. está claro que individualmente podemos aportar nuestro pequeño grano de arena. Obviamente cada situación personal es diferente y no todas las opciones son viables. Si podemos desplazarnos a pie al puesto de trabajo, tenemos opciones de teletrabajo o una buena combinación de transporte público a priori serían las mejores alternativas. En mi caso particular los desplazamientos son de unos pocos kilómetros al día por ciudad y he optado por desplazarme en motocicleta eléctrica ya que creo que se ajusta bastante bien a mis necesidades y, a fecha de hoy, creo que es una forma de transporte sostenible. El transporte en moto en sí mismo ya es más eficiente en el sentido que, por ejemplo, no es lo mismo mover cien kilos de moto que mil kilos de coche y por otro lado he de reconocer que disfruto de la conducción en moto. Si además se trata de un motor eléctrico se consiguen emisiones cero, contaminación acústica prácticamente nula y se atenúan en gran medida los problemas de aparcamiento, atascos etc.
Cuento mi experiencia para aquellos que se estén planteando esta posibilidad:
Las primeras sensaciones
Durante varios meses estuve probando diferentes vehículos en los servicios de “motorsharing” que han proliferado en las grandes ciudades. Me sirvió para verificar varias marcas que están a la venta en el mercado y adaptarme a este tipo de vehículos. Estas compañías de compartición de motocicletas eléctricas básicamente distribuyen las motos por toda la ciudad y mediante una app en el móvil se puede ver la ubicación del vehículo y el % de batería con los Km restantes estimados. Disponen de un sistema de gestión de flotas, que además de tener localizados todos los vehículos, permiten gestionar que desaparezcan disponibles para la reserva cuando el porcentaje de batería está por debajo de un determinado nivel o si el ordenador de a bordo detecta algún fallo mecánico. Este sistema también les proporciona información para la atención al cliente, gestión de infracciones (que pagará lógicamente el conductor), seguridad etc.
Una vez reservas la moto se tiene un tiempo disponible sin coste hasta que se encuentra el vehículo y se recoge. Con el propio móvil se localiza, se arranca la moto, se abren los compartimentos para recoger el casco, se realiza el pago etc.
Aunque estos servicios ofrezcan vehículos bastante similares, pensados para desplazamientos urbanos, se pueden encontrar ciertas diferencias en cuanto a marcas, peso, potencia, velocidad etc. Algunas compañías tienen la estrategia de distribuir ciclomotores con velocidad limitada electrónicamente a 45km/h, similar a 50cc que pueden ser conducidos a partir de los 16 años, mientras que otras ofrecen motocicletas con equivalencia similar a 125cc de combustión.
La conducción me convenció y confirmé que se adapta bastante bien a mis desplazamientos habituales por ciudad, y especialmente laborales, y después de valorar diferentes posibilidades decidí comprar uno de los modelos.
Batería, recarga y autonomía
Al considerar la adquisición de un vehículo eléctrico las baterías son un aspecto fundamental y también son una parte importante del coste. Este tipo de motocicletas se suele recargar con enchufes convencionales habituales en el entorno doméstico (Schuko) y por lo tanto no precisan de puntos de recarga especiales existiendo algunos modelos con batería extraíbles para poder recargar en casa. Reseñar también las apps que permiten localizar con el Smartphone la ubicación de puntos de recargas públicos disponibles para vehículos eléctricos (electromaps, PlaceToPlug, PlugShare etc.). Al contrario que en los coches que en función del tipo de recarga pueden requerir cierta potencia, por lo general, en las motocicletas es suficiente con la potencia máxima contratada en una vivienda. Por ejemplo en mi caso la potencia máxima contratada es de 4400 kw y en las cargas precisa un máximo de 360 w.
En la actualidad las baterías más avanzadas son las derivadas del Litio (LiPo, Ion-Litio, LiFePO4 etc…) ya que pesan menos y no tienen “efecto memoria” (no precisan ciclos completos para alargar la vida de la batería). Posiblemente, a día de hoy, no tenga sentido adquirir otro tipo de baterías (plomo, gel o silicona etc.), aunque el coste sea menor. En los foros de expertos también se mencionan las futuras baterías de grafeno u otros materiales en investigación que llegarán en los próximos años. Comentar también que estos vehículos suelen tener “regeneradores de baterías” que suele efectuar recargas en las bajadas y en el frenado para alargar la autonomía.
En mi caso opté por un modelo de doble batería de ion-litio extraíble que tiene una autonomía de fábrica de 96 km y que habitualmente recargo entre 10 y 12 días. El tiempo de recarga completa suele ser de unas 2,5 h por batería y las baterías pesan unos 7,5 kg. Particularmente, he decidido invertir en un segundo cargador reduciendo así el tiempo de espera.
Velocidad máxima y potencia
La velocidad y la relación potencia/peso así como el tipo de recorrido impactan directamente en la autonomía y el consumo de la batería y lógicamente las necesidades dependen del uso habitual del vehículo.
Como ya comentaba mis desplazamientos son urbanos, unos 10km al día, y generalmente con bastante tráfico, con lo que mi modelo elegido alcanza una velocidad máxima de 70km/h y tiene una relación de 4CV de potencia y 85kg de peso (El vehículo está homologado para una carga máxima de 245 kg). Además puedo elegir entre tres modos de conducción en función de si quiero priorizar autonomía sobre potencia. La iluminación es “Full Led” con el objetivo de minimizar consumo eléctrico y se busca un acabado ligero para que pese menos. Comentar que existen otros segmentos de motocicletas eléctricas con muchos más CV de potencia, velocidad y autonomía para desplazamientos en carretera.
Otra característica de los motores eléctricos es que tienen una entrega inmediata de potencia ya que al no haber embrague todo el movimiento del motor va directo a las ruedas y la fuerza de giro es máxima desde la primera vuelta.
El factor económico
La realidad, a fecha de este artículo, es que comparativamente con el mismo dinero puedes comprar un modelo de moto combustión equivalente con prestaciones mayores aunque hay que tener en cuenta que el coste de mantenimiento de los motores eléctricos y de las recargas es menor. También existen ayudas públicas para fomentar este tipo de transporte (Ver página del IDAE).
También es importante tener en cuenta los factores medioambientales tanto en polución como de contaminación acústica y las ventajas en aquellos días que se establecen restricciones de tráfico en las ciudades debido a la calidad del aire.
Otros aspectos
Con respecto a la mecánica, seguridad etc. no existen diferencias a las motocicletas de combustión. El sistema de frenado es el convencional (disco, tambor etc.) y al igual que en cualquier motocicleta puede incorporar sistemas CBS o ABS en función del modelo. Las ruedas y la mecánica dependen de cada diseño, velocidad, condiciones climatológicas de país etc. En la transmisión existe alguna particularidad ya que en algunos modelos de estos vehículos, en vez de llevar correa o cadena, incorporan el motor directamente en la rueda reduciendo más el mantenimiento y puntos de fallo.
Si te preocupa el medioambiente, y en función de las necesidades de desplazamiento, creo que se trata de una opción muy valorable e interesante a considerar y especialmente en ciudad para trayectos no muy largos y congestionados. Otro aspecto nada desdeñable es el placer de una conducción silenciosa, sobre todo en aquellas calles muy transitadas, aunque por otro lado este silencio puede ser un factor negativo al aumentar el riesgo de atropello por lo que en algunos países es obligatorio que estos vehículos incluyan algún tipo de sonido adicional que indique su presencia.
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Reviewed by Bloginnova
on
agosto 23, 2020
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